viernes, 20 de noviembre de 2009

El PlaDAR en desarrollo


Después del Mundial 2007, la UAR buscó de esta manera igualar a las potencias




A partir del histórico tercer puesto logrado por Los Pumas en el Mundial de Francia 2007, la Unión Argentina de Rugby se empezó a mover, apoyada por la Internacional Rugby Board, con el objetivo de lograr un mayor desarrollo en ese deporte.

Para eso se buscó aumentar la cantidad de amistosos y, sobre todo, se intentó que el Seleccionado participe de algún torneo anual junto con las potencias, ya sea el Tres o el Seis Naciones.

Como primera medida, la UAR creó la Subcomisión de Alto Rendimiento. Después nació el PlaDAR, un proyecto integrado por más de 80 jugadores, mayores y juveniles, que entrenan a diario con profesionales en centros designados por la Unión. Una idea que tiene apoyo pero también rechazo, y que ha generado cierta polémica.

La idea de ello era que estos rugbiers afrontaran una mayor exigencia y mejoraran en los aspectos técnicos y físicos, lo cual se ha cumplido: “Estoy muy contento, es necesario algo así para poder enfrentarse con las potencias. Hemos mejorado mucho. Tomás de Vedia y Miguel Avramovic volvieron de jugar afuera este año, y nos contaron que esto está a la altura del profesionalismo de Europa”, cuenta Benjamín Urdapilleta, apertura del Club Universitario de Buenos Aires. Y habrá que creerles ya que, antes en la sede El Pinazo de Belgrano Athletic y actualmente en un anexo del SIC, estos jugadores se entrenan todos los días y reciben un pago mensual de aproximadamente 2000 pesos.

Para que los forman el Plan de Alto Rendimiento tengan competencia internacional, crearon a los Jaguares, el segundo equipo nacional. Allí se miden contra rivales como Namibia, Uruguay, Estados Unidos, Canadá, que no son de buen nivel pero que físicamente pueden representar un desafío para el plantel.

Uno de los referentes es Agustín Creevy, capitán de este seleccionado. “Es importante, hoy en día somos semiprofesionales. Otro aspecto que me gusta es el humano, cuando nos juntamos con los del interior, una vez al mes mínimo, es muy bueno poder entrenar todos juntos”, cuenta el jugador de San Luis. El hooker reconoce que la UAR está haciendo las cosas bien: “En lo institucional es más profesional todo, nos sentimos apoyados permanentemente”.

En cuanto a Los Pumas, el 14 de noviembre empiezan la gira europea en Inglaterra. En ese plantel habrá ocho jugadores que actúan en el rugby local; todos, a excepción de Miguel de Achával (Alumni), integrantes del PlaDAR, una clara muestra de que Santiago Phelan, entrenador de la Selección, los tiene en cuenta a la hora de suplir bajas. Por ejemplo, Tomás Leonardi, octavo del SIC, tiene muchas chances de ser titular, además de Santiago Fernández (Hindú), quien ya se ganó un puesto en partidos anteriores. “Hay que aprovechar estas oportunidades. Ojalá en un futuro seamos nosotros el recambio”, sueña Urdapilleta.

Aún quedan muchas cosas por verse. Por ejemplo, falta confirmarse el ingreso al Tres Naciones, tras la invitación recibida en septiembre. O que todos apoyen esta movida, como por ejemplo la Unión de Rugby de Buenos Aires, que no está de acuerdo con el profesionalismo, al punto de que en el 2010, se dice, quienes integren el Plan no podrán participar en sus clubes. “Es una locura, todos quieren jugar con sus amigos, y como deportista siempre quiero enfrentar a los mejores. Hay que avanzar hacia la profesionalización para crecer, pero sin dejar de lado el espíritu amateur, eso sí hay que conservarlo por siempre. Por eso pienso que hay que charlarlo a fondo y que todos se pongan de acuerdo”, pide Gonzalo Begino, ex capitán de CUBA, recientemente retirado.

Habrá que ver qué sucede después de la participación de Los Pumas en el Mundial del 2011 y en el Cuatro Naciones del 2012. Si los que integran el PlaDAR se destacan, seguramente los que están en contra se terminen de convencer de que esto es útil. “Es un paso que tenemos que dar. No podemos seguir un escalón debajo del resto”, piden todos los jugadores y entrenadores a coro.


por Leandro Vaquel.

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